Irremediablemente y muy a mi pesar, llegó el otoño. Las hojas de los árboles cayendo, la lluvia y el mal tiempo que se nos avecina no van conmigo. Mi cabeza se niega a cambiar el chip. Si hace " dos días " disfrutaba de un relajante y refrescante chapuzón, ahora estoy inmersa en la vorágine de comprar libros, carteras, diccionarios, pinturas,estuches, cuadernos, carpetas, carpesanes, pegamento,reglas,compás.....¿esta lista no se acaba nunca?, sin olvidar las actividades extraescolares y la renovación del vestuario. Los pantalones de la pasada temporada muestran que mis dos "coquitos" han dado un buen estirón y los míos revelan que las barbacoas, helados y postres caseros de la época estival se han quedado adosados a mi cuerpo y se niegan a abandonarme. Mi pobre tarjeta de crédito tiene agujetas de tanta gimnasia y está que echa humo, si a todo esto sumo un anochecer temprano (la falta de luz "me mata") se produce mi minidepresión otoñal anual.
Y...qué se me ha ocurrido para pasar este trago lo más rápidamente posible, nada más y nada menos que dar un nuevo aire a mi salón, aquí me tienes, brocha gorda en mano, cambiando complementos, cortinas,sofás...¡me he vuelto loca!.
Es un consuelo saber que en unos días todo esto se me pasa, mi cabeza se ajusta y mi cuerpo y mente se relajan un poco, pero sólo un poco, mis neuronas empiezan a trabajar en próximo proyecto, las Navidades y.......ya me cambia la expresión, pero de esto hablaré más adelante.
Un dato, el paisaje de la foto es lo que veo todas las mañanas cuando me asomo desde la ventana de mi habitación. ¿ es como una bocanada de aire fresco o no?
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