martes, 28 de junio de 2011

TACONES CERCANOS.



Recibo una invitación de boda, de boda de cumplimiento, no me gustan las bodas de cumplimiento, cumplo y miento, no me gusta mentir. Voy al tema, que me desvío.... Es un compromiso ineludible, ¡tiembla Soraya!, pienso. Alguien puede entender, lo dice por la pasta que supone hoy en día hacer un regalo adecuado a tal evento o por la pasta  que te gastas en vestirte en condiciones para que algún familiar al que no has visto en 10 años te suelte un,  " te veo más gorda", " y yo a tí más feo, cabrón", por supuesto esta respuesta no la proyecto al exterior,, aunque con ganas me quedo. Si todo lo arreglara Don Dinero....

Lo peor de lo peor es encontrar los zapatos apropiados a mis destartalados pies ( herencia que he recibido antes de tiempo, sin comerlo ni beberlo) porque ¡claro! con un vestido de fiesta no puedo llevar mis siempre socorridas esclavas o mis sandalias Jesucristo ( nombre con el que bauticé a un par de reliquias de lo más cómodo del mundo mundial).

Mi búsqueda por los escaparates es una pesadilla, plataformas, taconazos de 20 centímetros, un martirio chino para mis pies cavos. Si doy con el zapato adecuado, no me va con el color del vestido y viceversa. Acabo por comprarme los más glamurosos y...¡ a sufrir!. Los chicos no tienen problema, aguantan un rato el traje y la corbata, para descomponerse nada más acabar la ceremonia, se sacan la camisa, se arremangan y lanzan la pajarita, que no vuelve  apretarles el cuello durante el resto del día. Pero nosotras ¡no!, nosotras tenemos que estar perfectas, sin una arruga, con continuos paseos a la toilette  a retocar los labios, a luchar con las horquillas que parece que se han puesto de acuerdo todas a la vez para salir del moño y correr con los zancos detrás de los niños, que en cuanto te descuidas se dirigen a esa maldita escalera empinada que aparece, siempre que hay infantes, como por arte de magia. Todo, con tu mejor sonrisa ( dientes, dientes, diría la Pantoja), tu sonrisa de cumplimiento.


Durante la comida ,se produce un pequeño respiro, tus pezuñas descansan y se preparan para el siguiente asalto, el baile. Mueve el esqueleto, durante dos horas, subida a unas vertiginosas sandalias, manteniendo el equilibrio de tu cuerpo y el de las copas que te vas trincando para hacer más llevadero el sufrimiento. No siento las piernas, diría Rambo, creo que  a estas alturas mis terminaciones nerviosas han pasado a mejor vida.

Se acaba la fiesta, por fin vuelvo a casa, en el coche nadie me impide arrancarme los zapatos y liberar a mis pobres piececillos de un día atroz, ¡qué placer!, pero esta sensación celestial dura poco, justo hasta que desciendes del vehículo y compruebas que ese maldito par ha encogido en el trayecto, ¡ no hay quien meta los pies!, me siento como las hermanastras de Cenicienta. La solución, la de siempre, caminar descalza hasta la puerta de mi casa, con mi marido dando la murga, te vas a cortar, te vas a clavar algo, te va  a entrar cualquier cosa... y qué me importa si mis plantas son insensibles, ni sienten ni padecen.

Y entro en casa y miro mis zapatos y me despido de ellos para siempre cerrando lentamente la caja.

A todas las mujeres ( incluiré  a las drag queen) que tras una boda, fiesta u otro especial  acontecimiento, llegan a casa portando entre sus dedos índice y anular, un par de torturadores zapatos.

Eso sí ¡ glamurosas hasta el final!

Un video por si os aprietan demasiado....





4 comentarios:

  1. ¿Y por qué los hombres podemos estar destartalados a la primera de cambio y las mujeres deben permanecer impecables hasta el fin de fiesta?
    La duda me corroe xD


    besos

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  2. Curioso vídeo; me ha gustado eso sí para mi los tacones como que no. viviendo sentada no llevo.
    Yo era mucho de botas y cuando tenía que ponerme tacones era una tortura.
    El resto!? igual...
    Un beso

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  3. Raindrop,no me veo yo desatada ,con los pelos despeinados, en un evento como el que relato, sobre todo si tienes a las viejas brujas de siempre con los ojos clavados para ver si tienen algo que chismorrear al día siguiente.
    Los chicos son más naturales y despreocupados en estas situaciones. Pensándolo detenidamente, a lo mejor debería soltarme la melena... eso sí sin tacones.
    Besos

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  4. Reina, el vídeo, lo recibí de una amiga esta misma mañana, ella sabe que lo mio no son los tacones, me vino estupendamente para acoplarlo en mi entrada.
    Con lo estupenda que estoy con mis chanclas de piscina...
    Muak.

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